Marchadores,
Sin palabras. Lo del fin de semana pasada no puede expresarse con ningún adjetivo de nuestro idioma. Nuestros compañeros, sí, los mismos que salen a correr con nosotros cada domingo por las sendas y las pistas de nuestra villa chica, volvieron a escribir con letras de oro una participación en la Maratón de Valencia, en su edición de 2015. Atrás dejaban horas de entrenamientos, series y esfuerzos varios para examinarse en la dura prueba de la distancia reina, esa que discurre por los más variados rincones del Cap i Casal.
Comenzaba el via crucis el viernes, con la recogida de dorsales por quien pica las teclas, en lo que ya considero una ceremonia anual, una tradición y, visto lo visto, un honor. Tras la llegada al pueblo, se llevó a cabo el acto de entrega por parte de Miquel, que fue felicitando a los miembros de la expedición uno a uno. Así posaban de contentos:
Os aseguro que no tenían las mismas caras en la llegada, pero eso es otra historia.
En fin, que tras la entrega, degustamos una gran cena de germanor, donde no faltó en todo momento la comida y los líquidos hidratantes más variados. Y, como no, los viejos cocineros, en otro tiempo grandes rivales de paella, se hicieron eco del momento y compartieron los fogones:
Y, tras la cena, a dormir, que el descanso es parte del entrenamiento, como dice mi amigo Julián.
El domingo, como viene siendo costumbre edición tras edición, la concentración se realizó en el punto habitual. Poco a poco iban apareciendo los protagonistas de la fiesta, algunos con cara de frío, otros con cara de haber visto un fantasma, y alguno que otro con dos caras. Últimas fotos, de las que no tengo copia, y camino de los cajones de salida.
Los avitualladores, esos eternos sufridores que siguen a estos locos por los confines de la geografía, se situaron en la salida para ver el momento de estallido, y luego se ubicaron en los kilómetros 10, 19 y 30. Por mi parte, bicicleta en mano, me moví por todo el recorrido de la prueba. Los ví pasar por la zona del puerto, luego me dirigí al 19 para ver como andaban en la media maratón y acampé en el kilómetro 34 con la idea de ver pasar a todos y volver hacia meta con los que arribaran últimos.
Pasó Juanjo con una sonrisa de oreja a oreja. Pasó Calo con cara seria, aunque echó una risa cuando me escuchó animarlo como un loco. No vi pasar a Manolo, lo cual me fastidió bastante porque tenía ganas de animarlo. Pasó Ezequiel, aunque fue él quien me animó a mi. Y llegaron los protagonistas de los últimos kilómetros. Marie Claire y Vicent, junto con un compañero de carrera que no recuerdo su nombre, iban a ritmo constante, dosificando y disfrutando del momento.
Los seguí con la bici hasta el kilómetro 41, hablando y bromeando con ellos. Sí, si...como escucháis, iban hablando entre ellos y conmigo, ajenos a cualquier sufrimiento interno, disfrutando de cada paso y de cada adelantamiento, porque si algo hacían era adelantar a corredores sin parar. Habían hecho bien los deberes y estaban recibiendo la recompensa.
Y con ellos fui hasta el kilómetro 41, como decía, animándolos y gritándoles a más no poder. Llegaban al pasillo de entrada, esos metros donde ya no te duele nada, donde la gente te lleva hacia la meta, donde tienes que disfrutar del momento sin pensar en otra cosa.
Y ya estaban todos en meta. Las clasificaciones quedaron así:
Buenos tiempos y mejores resultados. No hay lugar a duda.
Y, bueno, por mi parte, salida el sábado por la mañana, tempranito, tempranito. Buscaba una ruta que me permitiera ir hasta Ahillas desde Chelva pasando por el Pico, pero sin pisar asfalto en la medida de lo posible. Eso sí, llevaba la ruta más o meno preparada, pero el gusanillo de pasar por sitios nuevos e inexplorados por mi parte me acompañó durante todo el camino. Al final encontré el sendero de ida y de vuelta, aunque éste último necesita de una buena limpieza en su parte inicial. Os dejo la ruta en: Camino del Pico a Chelva y vuelta sin asfalto
Y si de algo vale madrugar, es por ver estas vistas desde el Pico:
Este año toca a su fin para algunos Marchadores. A otros nos queda el Desafío Lurbel para obtener el merecido descanso. Y volveremos a emprender el camino para el siguiente año. Será un año plagado de grandes citas y de grandes aventuras, de retos titánicos y de retornos a plazas ya toreadas...¿TE LO VAS A PERDER?.
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