Marchadores,
No hay temporada corredora en la que no asistamos a alguna prueba de perfil desmedido, distancia de infarto y llegadas épicas. Este deporte nuestro se resume en dos palabras: esfuerzo y recompensa. Y, aunque la segunda palabra sea el verdadero resumen, y la satisfacción que nos aporta sea en tan breve espacio de tiempo, lo verdaderamente importante es la primera. Sin esfuerzo, sin coraje, sin agallas, sin sudor, sin constancia, esa segunda palabra no define nada de nada. Si alguna vez os atrevéis a afrontar la prueba a la que fuimos catapultados Jose y yo ayer, sabréis de lo que hablo.
Allá que nos presentamos Mozos y el que pica las teclas, ambos con las respectivas y Miquel, el viernes por la tarde en la bonita localidad de Finestrat. Pueblo esculpido al límite de las faldas del Puig Campana, sus casas casi colgantes nos recibían como una visión de lo que viviríamos al día siguiente. Recogida de dorsales en una planta baja poco acogedora para una gran prueba y vuelta al hotel en Benidorm para cenar y descansar. Previo a la cena salimos a dar una vuelta por el paseo en la bonita playa de Benidorm, donde Miquel nos preguntaba, casi acusando, que no entendía por qué íbamos en un sentido y luego volvíamos hacia atrás por el mismo sitio.
Tras cenar en un garito de primera línea de playa donde la ensalada de pollo prometía bastante, pero que a día de hoy seguimos buscando el pollo para cuatro, salimos hacia el hotel para preparar los trastos y descansar las horas que pudiéramos.
Madrugón de esos que hacen daño el sábado por la mañana, y carretera hacia Finestrat, donde, tras aparcar donde Cristo dio las tres voces nos dirigimos a la salida. Nos recibía una voz conocida, el hombre que pone los pelos de punta retransmitiendo las salidas de las pruebas corredoras más importantes del calendario nacional,...allí estaba Jaime, micro en mano, dando la bienvenida a los chelvanos, a ese par de locos que se iban a comer 40 kilómetros de piedras, senderos, bosques y demás elementos paisajisticos de la contornada.
Últimos ajustes, fotos a pie de salida, cajón de control,...todo se sucede muy rápido...hace bastante frio...preparados...el silencio...a correr¡¡ Salida rápida cuesta abajo, muchas carreras nerviosas para coger posiciones, los nuestros esperando en la primera rotonda, y pasamos junto al cementerio. Serán cab...¡¡¡
Comenzamos a trotar a ritmo cochinero. En todo momento estamos de acuerdo en que vamos a dosificar hasta el kilómetro 14, que es donde empieza la subida al Puig Campana. Tenemos que llegar fuertes hasta la base, sin cargar las piernas, de manera que se suceden los pasos entre conversaciones, caminatas, alguna subida destroyer y primer paso por las animadoras más entregadas.
Y con esta fiesta nos presentamos en la Font del Molí, inicio de una de las subidas más carismáticas de la Comunitat. El Puig Campana nos observa desde arriba, imponente, sabedor de su posición dominante y, sobre todo, juez y verdugo de este juicio que se inicia tras dejar, otra vez, a las sufridas animadoras plantadas y sin pareja. Miquel nos observaba con cara de incrédulo, supongo que pensando que dónde iba su papi y Mozos con lo bien que se estaba en el avituallamiento.
Iniciamos la subida a ritmo tranquilo. Mozos me indica que suba a mi ritmo, que no lo espere, de manera que, conocedor de cada palmo de la subida, inicio mi ascenso con un grupo de murcianos que, entre risas y conversaciones, van subiendo. Pero el tomarse esta subida a broma te sale caro, y antes de llegar al primer tercio de la subida estoy a la cabeza del grupo, tirando de ellos y separándome poco a poco. Mozos viene a la zaga, saludándome y con buena zancada. Sigo, saboreando cada paso, dejando en la cuneta a los primeros protagonistas del capítulo de The Walking Dead en que se convertirá este ascenso. Empiezan los primeros tirones a los compañeros, gemelos que no responden, gluteos que se clavan...mas tarde comentaremos Jose y yo lo agradecidos que tenemos que estar al poder entrenar en zonas como el Pico, el Cantal y tantas y tantas subidas de nuestra villa patria.
Sube que te sube, se va haciendo tapón cual San Antón chelvano pues el personal comienza a sufrir la sentencia que impone la rampa. No hay sitio donde apartarse, no hay lugar donde recuperar, de manera que tenemos que sufrir el ritmo de los de delante, lo que, a la larga, nos hará bien en los kilómetros finales. Llegando al geodésico busco a Jose en el grupo que nos viene pisando los talones y, con una sonrisa, me indica que está cómodo. Ya en la cima me comenta que esperaba más dureza tras mis conversaciones días antes. Eso es bueno, significa que hemos pasado la parte más dura de la carrera con las fuerzas intactas, la moral alta...y los deberes hechos.
Iniciamos la bajada a paso corredor. No llegamos a trotar ya que la bajada es muy técnica, con mucha piedra, mucho escalón y gran cantidad de gravilla. Sendero bien delimitado, con abundante vegetación a ambos lados, y llegada al avituallamiento del Pouet. Tras un buena parada, gran cantidad de alimentación y bebida y algún que otro gas de efecto invernadero, pasamos a una zona de transición en la carrera. Se suceden los kilómetros en un continuo sube y baja, con senderos en ocasiones muy exigentes y en ocasiones de gran disfrute. Y volvemos a encontrar en la bifurcación de las carreras de 40K, 80K y 120K a las eternas, y nosotros seguimos haciendo el mono:
Y tras rodar unos cuantos kilómetros por asfalto, llegamos al último avituallamiento, donde, otra vez, están las seguidoras de este pequeño grupo:
Llegamos bien de fuerza, con buenas sensaciones, sin dolores...pero con total desconocimiento de lo que nos espera por delante. Ya nos habían comentado que casi al final de la prueba hay una pared, un sendero que sube hacia Orxeta donde te pasa factura cualquier esfuerzo que hayas hecho antes. Nada más lejos de la realidad...menuda subida, compañeros¡¡ Imaginaos que os meten una subida como el Cantal, donde hay que salvar 400m de desnivel, con 32 kilómetros en las piernas, y un sol en el cogote que no te abandona "ni p'atrás". Pues eso, que ahí que nos capuzamos los dos, sube que te sube, pero con un as en la manga. Habíamos dosificado perfectamente, habíamos administrado las fuerzas como nunca, estábamos hidratados e íbamos con ganas. Ascendemos charrando de todo un poco, dejando atrás a compañeros que lo están pasando mal de verdad, admirando la cantidad de montaña que hay en este término...hasta arriba.
Pero esto no nos lo habían contado. Nadie habla de la bajada hacia Finestrat, no está escrito en ninguna guía de senderismo, es casi un tabú susurrar la existencia de ese camino. Marchadores, hasta que no descendáis por esa bajada no se puede decir que hayáis sufrido en una carrera. Nadie, absolutamente nadie de los que nos encontramos abajo dijo algo bonito de ese descenso. Pasas de estar en la cima con todos los músculos en perfectas condiciones a llegar abajo pidiendo la hora. Descenso propio de una prueba de esquí, continuos patinazos, patadas a todas las piedras habidas y por haber, rectas interminables donde solamente puedes frenar con los dientes como te aceleres...las rodillas echando humo, los glúteos en los hombros, los abdominales para cortar jamón sobre ellos, los dorsales ni están ni se le esperan...
De aquí a meta, un suplicio. Nos quedaban poco más de dos kilómetros, los cuales empleamos para echar pestes de la bajada con el resto de compañeros. Tratamos de trotar un poco pero la bajada había sido demasiado. Nos lo tomamos con calma, y avanzamos hacia meta andando deprisa.
La llegada...
La barbaridad que hemos hecho la dejo en: 20151128 DESAFIO LURBEL AITANA
¿Cómo hemos quedado?...Pues así:
Lo de menos ha sido la clasificación. Esta nueva aventura ha supuesto un nuevo reto superado, un desafío que empezaba hace muchos meses atrás cuando engañé a Mozos y lo embarqué en esta odisea, propia del mismo Hércules. Han sido muchas horas de entrenamiento, gimnasio, esfuerzo...quitando tiempo a oras cosas más importantes, pero sabiendo que ellos lo entienden y saben lo que supone para mi estos retos. Muchos madrugones, horas de soledad acumulando desnivel, dejando a los amigos del club a un lado para buscar mi propio "absolutismo", superando el fracaso de Javalambre y acumulando paciencia en Chelva para reservar. Este reto tenía muchas ilusiones puestas y se han cumplido todas y cada una de ellas. He terminado en condiciones, cumpliendo los planes establecidos, saboreando cada paso y cada ánimo de las seguidoras, y con buenas sensaciones para el próximo año.
Pero, sobre todo, agradecer a mi gran amigo Mozos por acompañarme en esta nueva aventura, una más de nuestro común palmarés. Aporta en todo momento la cabeza fría que yo pierdo en alguna subida, y siempre tiene un tema de conversación para sacar la mente de los malos momentos. El próximo año, si todo sale como esperamos, tenemos una trilogía, una gran temporada.
En fin, Marchadores, se acabó la temporada. Nuevos retos nos esperan el próximo año. Y, a los demás, ¿os lo vais a perder?.
Saludos,
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