Marchadores,
Hola, que tal??...Esta fue la frase que escuché debajo de arco de meta, tras 6h y 28 minutos abandonado a mi suerte...Hola...que tal???.
Una fría salida de sol recibía a los Marchadores de Chelva el domingo en La Puebla de San Miguel. Lugar de celebración de la penúltima prueba de la Liga que, en sus diferentes carreras, nos ha llevado a lo largo y ancho de las tierras altas de esta nuestra Serranía. Llegábamos un nutrido grupo de corredores y animadores a primera hora de la mañana, nervios hasta en el maletero de los coches y muchas ilusiones puestas en una distancia que comienza a ser habitual entre los miembros del club.
En el punto de salida nos esperaban, más madrugadores, los amigos del Centro Excursionista de Chelva. También nutrida representación para llevar hasta esta carrera toda la información sobre nuestra prueba local, tan cercana a estas alturas de temporada, y tan lejos hace unos meses cuando planificábamos el año. Bonito están el que dispusieron para tan magno evento y, como me comentaba Mozos después, había valida la pena.
Dorsal en mano, mochilas en la espalda, últimos alimentos antes de colocarnos mirando al león, comenzaban las risas nerviosas y las fotos de última hora. Comentarios de estrategias, saludos a compañeros de otros clubs, el speaker que hablaba en diferido...y tocaron las 09:00h...silencio, concentración, suenan las pulsaciones en la cabeza, las piernas se tensan...y a correr. Salida cómoda, algo amontonada por lo estrecho de las calles de la Villa, poca gente animando (posiblemente por el frio) y la energía por el alto del puff.
Se sucedieron los primeros kilómetros por una subida con buen pisar y al trote. Pasando gente que, posiblemente había salida algo rápido, encuentro un hueco que me permite tirar de palos mientras corro. Poco a poco van pasando los kilómetros y me uno a un grupo con el que haré hasta la media maratón, un rato delante de ellos, un rato detrás. Paso por Amanaderos a buen ritmo, algo desorientado por lo singular del terreno: cascadas, escaleras de madera, escalones en la roca...pero siempre avanzando...hasta el Cabroncillo.
Cabroncillo: Dícese del tocapelotas que parece que no está, pero que te las va tocando...pues eso, arriba, arriba, arriba y más arriba. Menos mal que habíamos estado en Agosto por allí y sabíamos lo largo que se hace. Tras pasar por el cortafuegos con más pena que gloria, ya había abandonado al grupo que acompañaba y, solito y sin más compañía que las moscas, subida al Calderón. A partir de aqui...otra carrera, otras sensaciones.
Cambio de paisaje, cambio de desniveles, cambio de pisada...El camino nos llevaba, entre las cimas, hacia Javalambre...allí a lo lejos. Y entre dos cerros consigo distinguir a un viejo conocido, al fondo, sigue desafiante, pero este año Jose y yo te habíamos vencido.
Subida a Javalambre, dura pero bonita, y a la bajada...Hola, que tal??...Ana, como siempre con ese saco de alegría a las espaldas. Cruzamos un par de risas y comentarios, y cada uno a lo suyo: yo sigo bajando y ella subiendo. Un poquito más abajo me encontraré a Francesc. Esta vez el cuarteto de la muerte se ha quedado en tría desavenido...jajajaja...
Kilómetros, kilómetros, y la mejor de las sorpresas donde menos la esperaba. En el penúltimo avituallamiento, cuando solamente esperas que las bajadas sean eso, bajadas, y las subidas hayan quedado atrás, sonaron unas voces de ánimo, conocidas, escandalosas como buenas chelvanas...Tere y Marie Claire estaban esperando, sufriendo con nosotros, empujando desde la sombra...Esos son los momentos que quedan en el recuerdo...se olvidan los dolores de espalda subiendo el Javalambre, o los pinchazos en las rodillas...solo quedan los gritos de ánimo. Y un poco más arriba, el Boss, incansable en la espera, y recriminándome que llevo media hora de retraso. Marie Claire me acompaña un rato corriendo, animando y empujando...y otra nueva sorpresa, esta con mayúsculas. Julián, compañero de andanzas, me acompañará durante gran parte de los kilómetros finales. Risas, conversaciones profundas sobre temas dispares, anécdotas de otras carreras nos van acompañando mientras disfrutamos de un paisaje indescriptible. Me acompaña durante una de las últimas subidas y me deja en compañía de un corredor que viene pisándonos los talones. Desde luego, lo vamos a echar de menos cuando esté en La Palma.
Y a partir de aquí, comenzó mi odisea personal. No había cansancio, no había dolor de rodillas, todo en su sitio, menos dos variables que hicieron que perdiera tiempo y posiciones en una bajada muy rápida hasta la meta. Malditas piedras, malditas patadas a las piedras, malditas uñas que se joden cuando golpeas las piedras. Y los palos, compañeros, hay que plegarlos cuando no los usas porque muchos kilómetros cargan los hombros y se resiente el pecho. En fin, que me pasó Ana "Holaquetal" y ciento y la madre más.
Llegada a meta, Manolo Andrés de acompañante confesando que no puede seguirme, Jose, Tere, Ana y Marie Claire debajo del arco de llegada...Cuando has corrido tanta distancia y el cansancio te supera, no eres consciente de lo que te rodea. Ni una sonrisa a los compañeros, ni una celebración, solo llevaba en la mente una cosa: quería comer sandía.
Pero lo mejor vendría después...Nunca te acuerdas de las sensaciones y las emociones que has pasado cuando conseguíamos los primeros objetivos: la primera media maratón, la primera maratón, el primer ultra...Y todo eso volvió a emerger cuando vimos llegar a Can. Su cara lo decía todo. El primer maratón...Felicidades Can, a partir de ahora segura que vendrán más. Y llegó Juanito, imperturvable, comiendo kilómetros como siempre. Sonrisa de oreja a oreja.
No vi llegar a Ezequiel y Jose María, pero desde aquí mis felicitaciones. Y al resto de compañeros, Francesc y Kike, más de lo mismo.
Os dejo la clasificación:
En fin, Marchadores, que se acaba la Liga. Llega nuestra carrera.
Saludos,
